Los investigadores examinaron muestras de pulmón post mortem de 52 personas, incluidas 15 que no habían reportado asma, 21 que tenían asma pero habían muerto por otras causas y 16 que habían muerto por asma.
Utilizando tintes para visualizar las estructuras de 1.373 vías aéreas bajo un microscopio, identificaron y cuantificaron el tejido graso presente y compararon esos datos con el índice de masa corporal (IMC) de cada persona.
El análisis reveló que “la cantidad de grasa presente crece en línea con el aumento del IMC”, y sugirió que ese aumento de grasa “altera la estructura normal de las vías respiratorias y provoca inflamación en los pulmones”.
Si bien los científicos ya sabían que las personas con sobrepeso u obesidad tienen más probabilidades de sufrir sibilancias y asma, las razones no se habían explicado por completo.