La misión del Apolo 10 cumplió este sábado cincuenta de su llegada a casi 15 kilómetros de la superficie lunar, una aventura que apenas pasa desaparecida en la historia de la conquista espacial pero que representó un paso fundamental para que dos meses después el Apolo 11 pudiera al fin alunizar.
El Apolo fue lanzado el 18 de mayo de 1969 desde el Complejo de Lanzamiento 39 del Centro Espacial Kennedy (KSC) y, como dijo su comandante Thomas P. Stafford durante una conferencia de prensa previa al vuelo, su objetivo era “resolver todas las incógnitas” para hacer posible el aterrizaje de la Luna. Esto era comprobar de qué manera funcionaban el Módulo Lunar (LM) y el Módulo de Mando y de Servicio (CSM) bajo la gravedad lunar, y revisar los sistemas de acoplamiento y separación de ambos módulos.
Además de Stafford, la tripulación se completaba con el piloto del módulo de mando, John Young y el del módulo lunar, Gene Cernan. Los tres sabían que los libros de historia espacial apenas hablarían de ellos y quizás por eso eligieron nombres poco usuales para el módulo lunar, al que llamaron Snoopy, y el de mando, bautizado Charlie Brown, el amigo del perrito.