“Primero está la ley de Identidad de Género con validez nacional, y en esa ley hay que respetar la identidad de género autopercibido. Es un derecho ser llamado con la identidad autopercibida”, explicó a Télam Débora Tajer, docente en la cátedra Estudios de Género y en Salud Pública y Salud Mental de la Facultad de Psicología de la UBA.
Tajer advirtió que el niño “no lo hace porque le llenen la cabeza, sino porque en esta materia (ESI) le permiten decir lo que siente, y expresarlo”.
La psicoanalista Carol Bensignor, miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, supervisora del Instituto Ulloa y asesora en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, aseguró que “siempre hay que ser cuidadosos cuando pensamos qué recursos tienen los niños para ubicarse en un sexo diferente al biológico”.
“Se trata de un trabajo de responsabilidad psíquica que necesita de mayores recursos. La infancia es tiempo de puesta en juego y es necesario dar ese tiempo”, agregó.