Los comicios se darán tras más de una década en crisis.
Experto en levantar pasiones y consciente del poco interés que despiertan los comicios europeos entre los electores -en 2014 la abstención fue récord y superó el 66%-, Salvini y sus socios ultraderechistas y euroescépticos, intentan aprovechar la oportunidad para dar un golpe de muerte al proyecto común.
Sin embargo, con su desafío los ultras se convirtieron a sí mismos en el enemigo común a batir, algo que algunos líderes eurófilos consideran una bendición ante la ausencia de estímulos para cooperar de cara a consensuar un proyecto para sacar a la UE de la crisis en la que se encuentra.
La estrategia a todo o nada de Salvini, que podría convertir a los ultraderechistas en la tercera o cuarta fuerza electoral en el Parlamento Europeo, es también un arma de doble filo.
Desde la plaza del Duomo de Milan, acompañado de una decenas de líderes de la extrema derecha europea, entre ellos la francesa Marine Le Pen o el holandés Geert Wilders, Salvini atrajo todos los focos y señaló a los progresistas europeos como el principal rival a vencer.
“El templo de la democracia es el Parlamento Europeo y esperamos ser mayoría allí para poder dejar en casa a la izquierda”, dijo el líder xenófobo, cuyo partido se dirige a un triunfo con más del 30% de los votos en Italia.