Dos vikingos de la “Horda del Deshuesado” recibían a quienes visitaban el Regimiento de Infantería 1 en el barrio porteño de Palermo, que abrió sus puertas para que samurais y centuriones romanos, entre otros personajes, celebraran el Día del Recreador Histórico.
“Soy un vikingo del año 860”, se presentó a Télam Matías Battistesa, un joven de 24 años que custodiaba la entrada del Regimiento de Infantería, ubicada en Santa Fe y Bullrich, ataviado con armadura de cuero, escudo de rodela, una espada, un hacha y un cuerno de señales.
En el año 860, la horda del líder Ivar, alias “El Deshuesado”, invadió las islas británicas.
Sobre el apodo del Ivar hay varias teorías: una dice que este guerrero tenía cartílagos en lugar de huesos, otra sostiene que sufría gigantismo en las piernas y, según una tercera, “era simplemente un alias”, comentó Matías, experto y fanático de la cultura vikinga.
“Era una cultura muy avanzada, se bañaban todos los sábados mientras que en Europa sólo lo hacían dos veces por año”, afirmó orgulloso el joven, y añadió que los vikingos “tenían libertad de culto y un sistema asambleario para tratar los temas que concernían al pueblo”.
A pocos metros del vikingo Battistesa, ya en el patio del regimiento, el “Grupo de recreación histórica Samurái” exhibía katanas y tachis -sables con el filo hacia arriba y hacia abajo, respectivamente-, máscaras de teatro, un pequeño templo y, como estrella de la muestra, anunciaban “la única armadura de mujer que hay en América Latina”.