Donald Trump suele repetir su estrategia: quiere usar con Irán la misma diplomacia agresiva que parece haberle servido con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, para dialogar por su ambicioso programa nuclear.
Sin embargo Teherán no es Pyongyang, y esto lo sabe muy bien el presidente estadounidense, que por estos días manifestó su predisposición a reunirse con el gobierno persa.
A pesar de que la última cumbre con Kim terminó en un rotundo fracaso, debido a que Pyongyang buscaba el levantamiento de las sanciones económicas, Trump parece sentirse más que satisfecho por haber roto el hielo que paralizaba su aproximación con Corea del Norte y su programa atómico.
Por eso cree que esta táctica agresiva -de demonizar primero a su oponente y después dialogar-, puede darle de nuevo buenos resultados, esta vez con Irán, un país que desde el inicio de su presidencia en enero de 2017 ha criticado duramente.