“Un desafío a lo que parece imposible, pero es posible si hay una inspiración y una visión; una lección de lo que puede hacer una sociedad” es la frase con la que el ingeniero argentino César Sciammarella recuerda la misión Apolo XI, de la que participó en el diseño del tanque de combustible líquido de una de las naves, integrando así la histórica hazaña que hace 50 años logró poner la huella del hombre en la Luna.
Graduado de la Universidad de Buenos Aires en 1950 y ex director del Laboratorio de Pruebas de Materiales de la Comisión de Energía Atómica, Sciammarella describió en diálogo con Télam que el momento del despegue del Apolo lo vivió con “una gran emoción y un alivio en el sentido de que el proyecto tuvo el éxito esperado”.
Una innumerable cantidad de premios integran la trayectoria de este argentino nacido en el barrio porteño de Barracas, que reside actualmente en Estados Unidos.
Por ejemplo, la Sociedad Británica para la Medición de Tensiones le otorgó a él y a sus colaboradores el Premio Fylde Electronic al mejor artículo publicado en la revista Strain en 2010, también obtuvo en 2013 la membresía Honorífica de la Society for Experimental Mechanics, y un año más tarde la Conferencia Internacional de Ingeniería y Ciencias Computacionales y Experimentales le otorgó un premio por su trayectoria.
Es innumerable el listado de reconocimientos a este argentino que en el periodo del comienzo del proyecto Apolo era profesor del Departamento de Ciencia Mecánicas de la Universidad de Florida, en Gainesville.a