Hafter explicó a la prensa francesa citada por la agencia de noticias DPA, que no quiere “que la guerra continúe” y desea “un resultado rápido” de su masiva ofensiva militar que lanzó sobre la ciudad de Trípoli el mes pasado y que ha encendido las alarmas humanitarias de la ONU y de las principales potencias mundiales. “Los que acepten izar la bandera blanca, entregar las armas y volver a su casa estarán seguros”, sostuvo Hafter, como única concesión.
La profundización de la guerra en Libia no solo hace temer miles de muertos, sino que terminó de sepultar las esperanzas de la comunidad internacional de resolver el conflicto a través de un diálogo político.
Esta semana, el enviado de la ONU para el conflicto libio, Ghassan Salamé, advirtió ante el Consejo de Seguridad que el país africano “está al borde de caer en una guerra civil que podría llevar a la división permanente del territorio”.