Si el Partido Demócrata logra mantener la unidad en la Cámara de Representantes y abre un juicio político para destituir a Donald Trump, Estados Unidos vivirá por primera vez un año electoral con un oficialismo unido detrás de un presidente y candidato a la reelección acusado de abuso de poder y obstrucción al Congreso, y una oposición sin líderes claros que encuentra su fuerza en su rechazo unánime al mandatario.
Nadie duda en Estados Unidos que el juicio político en el Senado será uno de los temas centrales de la campaña, sino el tema central. Sin embargo, la gran incógnita, a menos de dos meses del inicio del calendario electoral, es cómo esta pulseada institucional influirá en la popularidad de Trump y la unidad por ahora inquebrantable de la mayoría del aparato del Partido Republicano, y de los esfuerzos del Partido Demócrata para salir de la crisis de representación que desnudó la elección de 2016.
Según una encuesta de Gallup publicada hoy por CNN, después de casi tres meses de la investigación de la Cámara de Representantes y de múltiples declaraciones negativas y denuncias, la popularidad de Trump subió del 39% al 45% y el apoyo a un juicio político en su contra cayó del 52% al 46%.
Además, pese a que Trump no ha sido el líder más diplomático o conciliador, ni siquiera con muchos legisladores y veteranos líderes de su propio partido, el oficialismo cerró filas casi por completo detrás suyo y de lo que consideran una reelección casi segura en noviembre del año próximo.
“Siempre hay una división un poco partidaria en un juicio político, pero esta vez la brecha entre los partidos se refleja en que no existe un acuerdo sobre los hechos. En el pasado, podía haber un acuerdo bipartidista sobre los hechos, pero ahora la mitad del país cree cualquier cosa que diga el presidente, sin importar los hechos”, aseguró a Télam Michael Gerhardt, autor del reconocido libro “El proceso federal del juicio político” y uno de los tres expertos convocados por la oposición como testigo en las audiencias preliminares.
La unidad es tan fuerte en el oficialismo que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, quien dirigirá los tiempos y las reglas del juicio político el año próximo, no dudó esta semana en justificar su cambio de posición con respecto al proceso que enfrentó el ex presidente demócrata Bill Clinton con un simple “no soy un juez imparcial”.
La doctora en Historia y especialista en política estadounidense Valeria Carbone coincidió en que el juicio político “terminará de definir los electorados de los dos partidos”.
“En esta instancia, ya cercana a las elecciones, Trump puede utilizar el juicio político de manera muy inteligente. Denunciará una caza de brujas, dirá que lo quieren destituir porque saben que va a ser reelecto y ese será el principal argumento de su campaña”, opinó.
En este sentido, continuó, “el Partido Republicano está mucho más unido que el Demócrata”.
Mientras que Trump acumula casi el 90% de la intención de voto en la primaria oficialista, en la oposición el ex vicepresidente Joe Biden no termina de despegar. Se mantiene primero con entre 27 y 30%, a unos 10 o 15 puntos de distancia de los dos principales precandidatos progresistas, el senador Bernie Sanders y la senadora Elizabeth Warren, respectivamente.
“El juicio político desnudó otra vez las diferencias entre lo que quiere el establishment demócrata y los sectores más progresistas del partido y sus bases. La cúpula entendía que este era el momento para una estrategia electoral, pero la presión para avanzar con un juicio político fue más fuerte”, explicó.
No es que el liderazgo del Partido Demócrata esté en contra de la idea de destituir a Trump a través de un juicio político. Todo lo contrario.
“Desde antes de su asunción presidencial, el partido busca maneras de iniciar un juicio político. Primero fue por los conflictos de intereses con sus negocios, luego apostó por el informe Mueller (que investigó el presunto complot entre la campaña de Trump y el gobierno ruso). Ninguno de estos caminos prosperó y le dejó todo servido a los republicanos para que digan que quieren un juicio político como sea”, agregó la académica.
Ni la presidenta de la cámara baja Nancy Pelosi ni el candidato favorito Biden estaban convencidos de avanzar con el juicio político luego que el informe Mueller no saliera como esperaban. Pero ya era tarde, en medio de las crecientes diferencias entre los demócratas moderados y los progresistas, lo único que los unía con la pasión que requiere una elección presidencial era su oposición a Trump.
“El Partido Demócrata es un partido muy fragmentado. La interna presidencial ahora se debate entre dos tipos de candidatos: entre uno con buenas propuestas y uno que le pueda ganar a Trump. Para muchos no son la misma persona”, explicó Carbone.
Mientras no parece que la unidad republicana se quiebre en el Senado o en las urnas, la gran incógnita es si la polarización que suele acentuar un juicio político puede ayudar a la oposición a superar su fragmentación.