El tiempo parece haber actualizado la herencia dejada por Yasser Arafat, el líder palestino que es venerado por su patriotismo en momentos en que Israel avanza sin pausa sobre la ocupada Cisjordania con el respaldo de Estados Unidos.
Considerado un “terrorista” por muchos israelíes, Arafat se negó durante su gobierno a otorgar dos reclamos esenciales de la causa palestina: Jerusalén Este y el regreso de millones de refugiados que huyeron tras la creación de Israel en 1948.
Impulsor de los acuerdos de paz de Oslo de 1993 junto al asesinado primer ministro israelí, Isaac Rabin, con quien fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz, Arafat murió el 11 de noviembre de 2004, en un hospital militar en las afueras de París, tras sufrir un ataque cerebro vascular.
En aquellos oscuros días, la sede del gobierno palestino en Ramallah, conocida como la Mukata, era sitiada por fuerzas israelíes.